Qué era el hombre, qué era el hombrenY en qué parte de su conversación abiertanEntre los almacenes y los silbidos,nEn cuál de sus movimientos metálicosnVivía lo indestructible,nLo imperecedero,nLa vidannTodos desfallecieronnEsperando su muerte,nSu corta muerte diaria,nY su quebranto aciagonDe cada día eranComo una copa negranQue bebían temblandonnEntonces en la escala de la piedra he subido,nEntonces en la escala de la piedra he subido,nEntre la atroz maraña de las selvas perdidas,nHasta tí, Machu Picchu,nAlta ciudad de piedras escalares,nPor fin, morada del que lo terrestrenNo escondió en las dormidas vestiduras,nEn fin, como dos líneas paralelas,nLa cuna del relampago y del hombre,nSe mecían en un viento de espinas,nMadre de piedra, espuma de los cóndores,nAlto arrecife de la aurora humananNa, na, na, na, na, na, na, na, na, nannCuando la mano de color de arcillanSe convirtió en arcilla,nY cuando los pequeños parpadosnSe cerraron,nLlenos de asperos muros,nPoblados de castillos,nY cuando todo el hombrenSe enredó en su agujero,nQuedó la exactitud enarbolada,nEl alto sitio de la aurora humana,nLa más alta vasijanQue contuvo el silencio,nUna vida de piedranDespués de tantas vidas